Tierno bárbaro
- Gabriela Solis

- 31 dic 2018
- 1 Min. de lectura

Hay países cuyos suelos engendran escritores que, en un grado u otro, comparten un mismo rasgo definitorio. La República Checa tiene al rey del absurdo (queremos tanto a Kafka, ¿no es cierto?), pero Bohumil Hrabal también bebe de esa fuente y no de manera menor. Sus dos libros más conocidos (Una soledad demasiado ruidosa y Trenes rigurosamente vigilados) son preciosos e hirientes porque observamos cómo sus (anti)héroes encuentran significado en las circunstancias más descabelladas y aunque el humor permea ambos libros, hay profundidad y belleza en la prosa. Tierno bárbaro es distinto; no hay una anécdota sino un retrato. Hrabal nos narra cómo era su amigo y vecino, el pintor y poeta Vladimir Boudník. Es un personaje absolutamente absurdo que rompe con todos los cánones de comportamiento, del arte, de las relaciones amorosas. Su descripción detallada no es fácil de seguir: aunque es un libro corto, es cansado leer una y otra vez una misma idea (el rompimiento con los convencionalismos) materializada en diferentes disparates. Aunque el libro no es particularmente bueno, me entristeció saber que Boduník se suicidó en 1968, pocos meses después de que los tanques soviéticos invadieran Praga. Quizá este libro loco y desaforado es la mejor forma que Hrabal encontró para celebrar al espíritu artístico de su amigo, para hacer una elegía a todo eso que la represión mata.



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