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Regarding the Pain of Others

  • Foto del escritor: Gabriela Solis
    Gabriela Solis
  • 11 jul 2019
  • 1 Min. de lectura

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No sé a qué crítico le leí que Sontag era una ensayista moral. Supongo que tiene razón, si la leemos como alguien a quien le preocupa el peso ético de sus acciones, aunque cabe la pregunta: ¿es posible escribir sobre la fotografía de guerra sin adoptar una posición moral? Creo que la respuesta es no. En este ensayo, Sontag reflexiona sobre la capacidad de las imágenes que retratan atrocidades –guerras, invasiones, genocidios, ataques terroristas– para producir un saber sobre el sufrimiento que vaya más allá de lo referencial o lo documental. Es una escritora brillante que abarca muchos cuestionamientos en pocas hojas, por ejemplo: ¿qué implica que ser “fotógrafo de guerra” se haya convertido en una profesión de renombre, donde a veces el autor es más importante que lo fotografiado? ¿Cuánto entendimiento se pierde cuando una fotografía sustituye a una narrativa como forma de comprender un fenómeno? ¿Tenemos derecho a observar fotografías de soldados mutilados o niños sufriendo, de hacer del dolor una mercancía snob? Al final, Sontag toma una postura humanista: se caga en los teóricos de la sociedad del espectáculo (Debord, Lipovetsky, Baudrillard, quienes postulan grosso modo que no existe el sufrimiento real y que todos somos espectadores) y afirma creer que ese tipo de imágenes aún puede herir nuestras conciencias recordándonos que la humanidad es capaz de esos actos atroces. Y esa herida es deseable, necesaria, pues la insensibilidad y la amnesia van de la mano.

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