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Limónov

  • Foto del escritor: Gabriela Solis
    Gabriela Solis
  • 23 oct 2019
  • 2 Min. de lectura

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¿Qué rumbo toma un hombre cuyo único deseo es no vivir una vida común? Suena como un cliché espantoso, pero deja de serlo cuando el protagonista es un ser humano real y no un personaje de ficción. Limónov es un escritor ruso que ha sido poeta, ladrón, vagabundo, mayordomo, soldado, activista político y presidiario. Parecería que el nudo está en toda esta compilación de oficios llenos de acción, pero lo interesante es que no: está en el alma del ruso que se asfixia en el mundo cotidiano y necesita algo más. Lo maravilloso de este libro –además del tremendo escritor que es Carrère y la confirmación de que Rusia es el país con la historia más fascinante de todo el Siglo XX– es descubrir a un tipo que está dispuesto tanto a poner el cuerpo en una guerra, como a apoyar opciones políticas que harían fruncir el ceño a los correctitos, como a abrirse a algo tan contrario a la acción como la meditación. A todos esos derroteros le condujo una fidelidad de convicciones de acero, a todos ellos estuvo dispuesto a meterse hasta lo más profundo porque en alguno de esos lugares (o en la suma de todos) está la vida. Creo que Limónov podría firmar como suyo uno de los versos de Neruda en “Walking Around”: “No quiero para mí tantas desgracias. / No quiero continuar de raíz y de tumba, / de subterráneo solo, de bodega con muertos / ateridos, muriéndome de pena”. Qué gozo y cuánta envidia conocer la historia de un ser así. . . . Van fotos de dos párrafos que creo que pintan a Limónov de cuerpo entero. . . .


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