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Anamnemesis

  • Foto del escritor: Gabriela Solis
    Gabriela Solis
  • 4 ago 2018
  • 1 Min. de lectura

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El sufrimiento de las mujeres inunda este libro. Madres que pierden a sus hijas, niñas que ven morir a su familia, jóvenes que se desangran en un aborto, muchachas que son asesinadas por su amante. Suena demasiado parecido a la insoportable realidad cotidiana de nuestro país, ¿quién querría atormentarse dos veces con los mismos pavorosos acontecimientos, primero como noticia y después como poema? Pero no ocurre así, la poesía transforma el horror, lo hace digerible–o al menos tolerable– y nos permite mirarlo a la cara, para tomar conciencia pero con la posibilidad de sentir algo más que asco y desesperanza. Las palabras de Clyo retratan y transfiguran al mismo tiempo, y eso hace posible maravillarse, por ejemplo, con una estirpe de mujeres que mueren desangradas por embarazos que no llegan a término (“Esta vez la madre no acusó embarazos secretos, no talló con piedras los senos crecientes de nadie, no acusó con ira a las muertas. Guardó silencio y mandó arrancar los úteros mortales de sus hijas”), o con la muerte de un hijo (“Así caí al fondo del océano, justo como un sueño, encerrada en una gota infinita, mi hijo, que me arrullaba con la canción de calcio de los muertos”). Anamnemesis se refiere a la capacidad del alma para recordar los conocimientos que ésta olvida al entrar a un nuevo cuerpo, y este poemario está hecho de los dolores ancestrales de muchas mujeres que –terriblemente– no cesan de repetirse.

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